¿El fin de la prensa?

El confinamiento, que se extiende por el mundo como si fuera la estela del cometa Covid-19, tendrá profundas consecuencias en nuestra sociedad y cultura, además de abordar nuestra soledad y fragilidad ante la enfermedad y la muerte.

Habrá muchas actividades que no reabrirán, parejas que no sabían lo enferma que estaba su relación, adultos y niños aislados a la fuerza sin entender exactamente la gravedad de lo que está pasando ahí fuera...

A nivel personal, todos nos hemos visto obligados a mirarnos a nosotros mismos y pensar qué queremos hacer ahora que estamos solos con nosotros mismos, incluso cuando vivimos con otras personas.



Algunos afrontan estas semanas con el firme propósito de ver todas las series, películas y documentales que el tiempo, la vista y el sueño les permitan, otros inaugurarán un ritual diario de limpieza que ocupa su tiempo, habrá gente que aproveche para desarrollar su gran pasión , ahora que no tienen que pasar horas todos los días yendo y viniendo del trabajo. y seguro que hay algunos que están elaborando un plan de negocio para romper con una vida que no les hace felices y probar otra combinación.

Una larga tradición que está muriendo

¿El fin de la prensa?

La prensa proviene de una época en que las noticias viajaban lentamente y tenían poco impacto en la vida cotidiana de los ciudadanos, o eran una certificación de algo que dictaba su propia naturaleza.

La pasión por saber qué pasa en otros lugares, por compartir opiniones y provocar reflexiones para poder sacar lecciones para ocasiones posteriores, se fue extendiendo a través de un medio impreso -también gracias a la publicidad que ayudaba a financiar el crecimiento- imparable, hasta el punto de convertirse en la referencia.



La llegada de la radio y la televisión ha restado interés a la actualidad diaria y ha incrementado el desarrollo de las secciones de opinión, tribuna, debate, etc.

La irrupción de internet y la llegada de la generación digital, ciudadanos nacidos en un entorno hiperconectado donde todo se graba, transmite y difunde casi de inmediato, ha hecho que los diarios se desinteresen de ellos (desencanto con la sociedad y tristes perspectivas de recibir, sumado a la creencia que nada o casi nada pueden hacer para cambiar las cosas, tampoco ayuda).

Como una planta trepadora, esta costumbre de informarse a través de internet ha crecido durante siglos, ocupando cada vez más el espacio que en otra época estaba reservado al papel.

Crónica de una muerte anunciada

Todo el mundo sabe que los periódicos mueren, incluidos los propios editores.

A la muerte del soporte físico de la música, a la análoga agonía del libro (aunque su atemporalidad lo sitúa en un plano distinto de lo cotidiano, como su nombre indica, perecedero), a la mutación de la radio en directo en radio en diferido ( a través del podcast)... los diarios se han enfrentado tratando de sostener sus estructuras basadas en tener el mismo canal también en internet, pero tratándolo como un ciudadano de segunda.

Internet no funciona como un medio físico, la información no está protegida por derechos de autor. Por cada agencia de noticias hay mil, diez mil, cien mil, ciudadanos que cuentan lo que han visto, por canales directos, sin filtros.


Efectivamente, ya no es extraño ver en las noticias cómo utilizan estos recursos ciudadanos para ilustrar noticias para las que no tienen mejor material.

Nunca entenderé cómo estas grandes editoriales no se lanzaron como un huracán a hacer el periódico que pedían las nuevas generaciones, en lugar de seguir replicando el modelo terminal del papel.


Por ejemplo, el gobierno italiano ya ha aprobado ayudas para periódicos y quioscos, intentando paliar esta crisis de consumo.

¿El fin de la prensa?

Una cuestión de costumbre

Para muchos leer el diario es un hábito, es parte de un ritual, en el desayuno, en el bar, en el baño, después de comer…

Una vez que se rompe esa costumbre, ya no se puede salir a comprar el periódico, no se puede recibir en casa, no se puede ir al bar... y con la urgencia de los datos actualizados de la pandemia, de los continuos parches de el Gobierno en la adopción de las medidas (prefiero no entrar en el tema), etc. la televisión e internet definitivamente se han ganado las preferencias de los usuarios.


¿Cuántas personas aprenderán a vivir sin periódicos o, una vez que vuelvan a la normalidad, habrán descubierto que ya no los necesitan en sus vidas?

Después de todo este tiempo que han estado viviendo "de préstamo", sabiendo que necesitaban una revolución o se iban al carajo, como tantos otros sectores, podrían recibir una condena impuesta por la realidad.

Si yo fuera periodista de nómina (y quizás atrapado en un ERTE), estaría bastante inquieto, porque -para el mundo de la prensa diaria- este podría ser su último acto.

Cuando volvamos a la vida real, es posible que descubramos que ya no necesitamos los periódicos.

Hace años me dijeron que la solución que contemplaban era dejar de ser diarios y pasar a ser diarios (semanales, quincenales…) aunque eso hubiera desdibujado mucho la frontera con las revistas, algo que la mayoría de los diarios ya incorporan a su oferta habitual.


No sería extraño que tras esta fase se produjeran nuevas concentraciones editoriales que redujeron el número de periódicos y concentraron las inversiones publicitarias.

Personalmente me gustaría que le pasara también al fútbol (que puedes vivir sin ver partidos todos los días de la semana), pero sospecho que no tendré esta suerte.

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